
Escritora Principal
Así que. Hola. Creo.
No se supone que esto sería un tema. No soy de dar grandes discursos ni charlas tipo TED en Porto Morto. La mayoría de los días apenas hablo más allá de un murmullo... a menos que alguien le pegue al pinball. No porque no tenga pensamientos, aunque estoy segura de que eso es lo que a la gente le gusta creer sobre los zombificados.
Sin mente. Entumecidos. Babeando por la eternidad.
Y sí, mi día a día no grita precisamente “energía de protagonista”: mantenimiento del arcade, patinar en el parque para sentir la brisa, tocar sola en la azotea por las noches.
Simple. Tranquila. La vida (después de la vida) perfecta. Al menos, solía serlo.
Últimamente… el silencio se siente manipulado. Como si algo estuviera presionando. Observando. Como si la música de fondo hubiera cambiado y nadie más se diera cuenta.
Nadie está diciendo nada. Así que supongo que me toca a mí.
No era especial. Solo una chica solitaria de un pueblito fanático. Respondía de más. Me etiquetaron como “defectuosa” y, sinceramente, me parecía bastante acertado… en el buen sentido.
Lo siguiente que supe, fue que me mandaron al ahora infame crucero con un montón de otros “casos perdidos”, enviados a esparcir la Buena Palabra por las islas del Atlántico. En cambio, lo que terminamos esparciendo fue la primera versión del virus zombírico. Ups. .
Pero para mi sorpresa, por primera vez, me sentí viva..
Pudrirse era libertad. Sin reglas. Sin sermones. Solo existir.
Llegamos a Porto Morto y lo hicimos nuestro hogar. Construimos algo raro y real. No era perfecto. Pero era NUESTRO.
Y entonces empezaron a caer las cajas.
Cajas de madera pesadas. Tipografía del gobierno. “Paquetes de C.A.R.E.”
Todavía no tengo claro qué significa en realidad. ¿“Cabrones Autoritarios Reprogramando Elocuentes”? Tal vez. Adentro encontramos vacunas envueltas con moño, folletos brillosos y tanta buena voluntad fabricada que podría atragantar a un orador motivacional.
Oliendo problemas, llevamos las cajas con Dr. Noodlebrain, nuestro genio local (aunque moralmente cuestionable). Es lo más cercano que tiene esta isla a una autoridad científica. Después de unas pruebas con un mapache zombificado desprevenido (QEPD Scuttles) y algunos olores profundamente perturbadores, lo confirmó: las vacunas contenían la cura.
Querían que “volviéramos” a la normalidad. Que nos curáramos. Que encajáramos. Que pagáramos impuestos, probablemente. Spoiler: no lo hicimos.
Tiramos las vacunas al océano e hicimos una fogata con las cajas. Ziggy puso vinilos. Morticia trajo dedos en escabeche. Randy se fue de cara a una poza.
Por un momento, pensamos que lo habíamos esquivado. Nos equivocamos.
Ahora no son solo cajas. Carteles engrapados a las palmeras durante la noche, folletos escondidos entre las toallas de playa. Cortes de energía. Estática en los altavoces. La mayoría no se da cuenta… o finge que no.
Pero yo, y un@s cuant@s más, ya no fingimos. Estamos pegando cables. Hackeando bocinas. Haciendo ruido. Observando a l@s que nos observan… y contactando aliad@s.
Como tú.
Así que no nos pierdas de vista. Sigue nuestro Discord. Ayúdanos a hacer ruido.
Porque algo me dice que lo peor todavía viene arrastrándose hacia acá.
¿Y cuando llegue?
Estamos list@s para morder de vuelta.
De forma totalmente intencional.
— Rotzy
Bruja del arcade. Amplificadora de señales. Orgullosamente sin curar.
Síguenos en nuestras redes sociales para mantenerte al día con el desarrollo de Stay Dead.
Conoce más detalles sobre nuestro juego y los planes para su desarrollo.
© Copyright 2025, Animagic Inc. & Animagic Interactive Ltd.